viernes

El frasco de perfume y la esencia


Los que son adoradores del ego y detentan el poder, por lo mismo no pueden comprender el mundo espiritual y sus alcances, y por la misma razón son incapaces de imaginar siquiera, que cuando aparece un ser superior que viene a traer bienestar para todos a través de la elevación de la consciencia colectiva, no viene a amenazar a nadie ni a destruir nada, solo a ayudar a todos hacía la continua trasformación guiada por la Voluntad Superior.
Sin embargo aquellos que se perciben a si mismos amenazados al considerar que se afectan sus intereses, su pequeño "yo", como única alternativa solo pueden concebir destruir a todo aquello que consideran su enemigo. Al desconocer los secretos de la muerte, creen que es el fin, y en su soberbía e ignorancia piensan que "muerto el perro se acabó la rabía".
Curiosa paradoja la del mártir, que con un elevado nivel de consciencia, sabedor de lo ilusorio del cuerpo que actúa solo como una cárcel temporal, se ofrenda gozoso en un acto sagrado (sacro oficio - sacrificio) al que los materialistas, desde el miedo a perder lo poco que creen poseer, ilusión que limita lo que son capaces de "ver" con los ojos del cuerpo, por lo mismo, perciben como sufrimiento.
Quienes son designados para "dar muerte" a seres con ideales elevados y los vuelven mártires, actúan como último eslabón en el cumplimiento de su misión espiritual como seres encarnados.

Son como aquellos que temerosos de que sea percibido el aroma contenido en una botella de perfume, intentan destruirla rompiendo el envase, liberando con ello la esencia sin las restricciones del frasco que la contenía, para ser ahora esparcida por el viento de manera ilimitada e incontenible, inundando de bellos aromas a más y más.




O como aquel, que envidioso de que crezca una flor más bella que la que él posee en su jardín, después de aplastarla la deja entre la hierva, para constatar tiempo después que de manera natural se multiplica ahora a través de sus semillas volviéndose aun más notoria.


La ignorante maldad del pequeño "yo" en su locura de miedo, puede planear y refinar incontables  formas de intentar evitar la propagación del espíritu. Pero los inocentes saben que solo el espíritu es real y que nada real puede ser amenazado.